domingo, 18 de diciembre de 2011

Fragmentos. Nº 1

Metamorfosis.

No te conviertas en cosas que quizás nunca dejes de ser, simplemente no hay vuelta atrás, el que se convirtió en garca, el que se convirtió en vil explotador, el que se corrompió por centavos, el que te dijo que te iba a ayudar y jamás regreso.
Hay cosas que no podemos dejar pasar y si hacemos la vista gorda tal vez nunca volvamos a ser lo que éramos.


Déjà vu.

A veces me pasa, no sé si seré el único, pero que las cosas, las relaciones, los trabajos, las actividades que uno realiza, se vuelven un poco cíclicas todo en un punto se parece casi exactamente a lo que tiempo atrás sucedió, solo en el desarrollo y a veces en el final.


El insomnio.

A los que nos cuesta poner la cabeza en la almohada cerrar los ojos y dormir, a los que pensamos cosas de mas, a los que en las madrugadas hacemos demasiados planes para el día que en pocas horas comienza y nos frustramos por no concluir ni una pequeña fracción de ellos, a los que nos sentimos seguros en la noche porque no tenemos obligaciones que cumplir, a los que les gusta la noche por su casi silencio y su desierto de humanos.


Carroñeros.

Como buitres que se amontonan a arrancar un pedazo de carne de una bestia muerta, inmóvil, inerte, pero no indefensa siempre está el rugido, el ruido ensordecedor y alarmante que aleja a los carroñeros, que con sus fauces llenas se alejan para esperar el momento propicio para retornar a su tarea insaciable.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Soy un virus, Enrique Symns

"Conozco el dolor desde niño, cuando bajaba corriendo afiebrado hacia la costa de las aventuras y me encontraba siempre con esa cárcel de rutinas en que consiste la vida. Porque estamos aquí, en donde todo es dolor y todo nos resulta gratis, porque el sol se quema todos los días como un bonzo que se suicida por tristeza. En dónde las sonrisas terminan siempre en puñaladas y en dónde el primer pez cuando tuvo hambre se convirtió en asesino. El dolor de estar aquí, en donde los pájaros aprender a leer y a escribir las leyes que prohíben volar.

Esos viejos flacos y orgullosos en el supermercado, arrastrando un carrito vacío con los ojos bajos y en silencio. Porque ellos creen que el silencio es de bravos. Esos viejos muertos de hambre, que trabajaron toda la vida y no se roban ni una uva. Esos viejos que se cruzan con un muchacho rubio de pelo largo que no los ve, porque va pensando en el futuro. Porque este es un mundo de jóvenes que olvidan su orígen y de viejos que no recuerdan el destino.

Pero si las moscas usaran corbata, si las balas cantaran blues, si el cielo sacudiera su viejo culo azul y las ventanas católicas de los edificios explotaran; igual...Igual habría un anciano babeando fantasías sobre las piernas de una muchacha. Igual habría todos esos tipos con caras de clavo sonriendo por las calles del mundo.

Un hombre solo en un cuarto regando una planta. Sufriendo porque nadie le habla o nadie lo toca y sólo le cabe recordar. O las camareras de los bares nocturnos de polleras cortas que van naufragando entre las brumas del deseo. O las conversaciones de mis amigos que antes soñaban ser héroes y ahora cobran un sueldo. Están inyectando la jeringa del miedo en las venas del mundo.

Yo tenía veinte años y siempre estaba borracho en una pieza mugrienta. Viendo reflejar mi rostro sobre las paredes del mundo. Ahora tengo casi sesenta...y nunca lo vi...

Nunca vi a un hombre encendido y llameante, un hombre que cuando levantara la mano para encender un cigarrillo yo viera en sus ojos los ojos de un tigre acechando en el viento el paso del tiempo, para matarlo. Siempre vi los ojos del miedo....

sábado, 30 de enero de 2010

Siete sonetos medicinales (extracto)

AVANTI

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de su muerte!


¡PIU AVANTI!

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!


¡MOLTO PIU AVANTI!

Los que vierten sus lágrimas amantes
sobre las penas que no son sus penas;
los que olvidan el son de sus cadenas
para limar las de los otros antes;
Los que van por el mundo delirantes
repartiendo su amor a manos llenas,
caen, bajo el peso de sus obras buenas,
sucios, enfermos, trágicos,... ¡sobrantes!
¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡nunca sigas impulsos compasivos!
¡ten los garfios del Odio siempre activos
los ojos del juez siempre despiertos!
¡Y al echarte en la caja de los muertos,
menosprecia los llantos de los vivos!



¡MOLTO PIU AVANTI ANCORA!

El mundo miserable es un estrado
donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser, tras el tocado:
No digas tu verdad ni al mas amado,
no demuestres temor ni al mas temido,
no creas que jamas te hayan querido
por mas besos de amor que te hayan dado.
Mira como la nieve se deslíe
sin que apostrofe al sol su labio yerto,
cómo ansia las nubes el desierto
sin que a ninguno su ansiedad confíe...
¡Trema como el infierno, pero rie!
¡Vive la vida plena, pero muerto!


¡MOLTISSIMO PIU AVANTI ANCORA!

Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones
en esa frágil cárcel de las fieras,
No habrían de yacer noches enteras
en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones
lo mismo que dos plácidos horteras;
Cual Napoleones pensativos, graves,
no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su aula,
buscando las rendijas, no las llaves...
¡Seas el que tú seas, ya lo sabes:
a escrutar las rendijas de tu jaula!

Pedro Bonifacio Palacios, ALMAFUERTE.